viernes, 21 de febrero de 2014

La huella de una misión

A propósito del vídeo “Misiones Pedagógicas 1934-1936”, me gustaría resaltar la importante labor que este movimiento cultural realizó con los niños de una pequeña zona rural, que en ese momento no dieron importancia a lo que acontecía, pero hoy pasados los años, agradecen haber estado allí.

En los años 30, en las zonas rurales, las escuelas tenían un espacio reducido,  los materiales didácticos eran escasos y rudimentarios,  y la “pedagogía de la vara” impregnaba las aulas. 
Espacios donde se aplicaba la enseñanza de la doctrina cristina. Los niños aprendían a leer y a escribir en aulas con niños de distintas edades. Las chicas además de aprender a contar y a escribir, recibían nociones de economía doméstica, donde aprendían "sus labores". En este ambiente, parece que los niños aprenden y gozan de una buena educación. Pero la realidad, era muy distinta, los índices de alfabetización eran muy altos.  En estas zonas, la agricultura y el ganado eran, y son, el principal productor de bienes, y en esta época, los hijos se tenían para que fueran productivos, más que por el placer de tener hijos. Por lo tanto, los niños apenas acudían a la escuela. Ellos se dedicaban a las labores del campo, y a cuidar del ganado. Apenas podían se les llevaba a trabajar, algunos cuidando del ganado, otros trabajaban la tierra, y a otros les tocaba ir a vender por los pueblos. Las niñas, tampoco gozaban de tiempo para su educación, tenían que ayudar en las labores domésticas, además de ayudar en la tierra y ganado, en las épocas en las que más falta hacía.



Esta situación, nos hace entrever que el maestro se encontraba con aulas en las que los alumnos iban y venían. Aulas que se llenaban en los días más fríos y se vaciaban en las épocas de calor, cuando primaba el trabajo más que la necesidad de aprender. Y a consecuencia, estos niños apenas aprendían a leer y escribir, y para contar siempre estaba el manual de “las cuentas hechas”.

Las misiones pedagógicas supusieron una renovación cultural en estos pueblos, pretendían que en las zonas rurales se conociera la cultura: el teatro, el cine y el gramófono fueron fundamentales para conseguir ese objetivo. Pero además, tras ver la realidad que asolaba en las zonas rurales, realizaron una labor de alfabetización muy importante: consiguieron que los niños aprendieran a leer.

Modesta, tiene 90 años, y a los 7 comenzó a trabajar. A pesar de los escollos de la edad, sigue recordando a la Señora Patrocinio. Una mujer, que guiada por un movimiento cultural, llegó a una pequeña aldea, donde reunía tras una jornada de trabajo a niños, y no tan niños, y con la luz del candil: enseñaba a leer y escribir. Ser de un pueblo pequeño, en un ámbito geográfico con difícil acceso y a más de 100 Kilómetros de la ciudad, implica que las cosas lleguen tarde: pero llegan.



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