A
propósito del vídeo “Misiones Pedagógicas 1934-1936” , me gustaría resaltar
la importante labor que este movimiento cultural realizó con los niños de una pequeña zona rural, que en ese momento no
dieron importancia a lo que acontecía, pero hoy pasados los años, agradecen
haber estado allí.
En
los años 30, en las zonas rurales, las escuelas tenían un espacio reducido, los materiales didácticos eran escasos y
rudimentarios, y la “pedagogía de la vara” impregnaba las aulas.
Espacios donde se aplicaba la enseñanza de la doctrina cristina. Los niños aprendían a leer y a escribir en aulas con niños de distintas edades. Las chicas además de aprender a contar y a escribir, recibían
nociones de economía doméstica, donde aprendían "sus labores". En este ambiente,
parece que los niños aprenden y gozan de una buena educación. Pero la realidad,
era muy distinta, los índices de alfabetización eran muy altos. En estas zonas, la agricultura y el ganado eran, y son, el
principal productor de bienes, y en esta época, los hijos se tenían para que
fueran productivos, más que por el placer de tener hijos. Por lo tanto, los
niños apenas acudían a la escuela. Ellos se dedicaban a las labores del campo,
y a cuidar del ganado. Apenas podían se les llevaba a trabajar, algunos
cuidando del ganado, otros trabajaban la tierra, y a otros les tocaba ir a
vender por los pueblos. Las niñas, tampoco gozaban de tiempo para su educación,
tenían que ayudar en las labores domésticas, además de ayudar en la tierra y
ganado, en las épocas en las que más falta hacía.

Esta
situación, nos hace entrever que el maestro se encontraba con aulas en las que
los alumnos iban y venían. Aulas que se llenaban en los días más fríos y se
vaciaban en las épocas de calor, cuando primaba el trabajo más que la necesidad
de aprender. Y a consecuencia, estos niños apenas aprendían a leer y escribir,
y para contar siempre estaba el manual de “las cuentas hechas”.
Las
misiones pedagógicas supusieron una renovación cultural en estos pueblos,
pretendían que en las zonas rurales se conociera la cultura: el teatro, el cine
y el gramófono fueron fundamentales para conseguir ese objetivo. Pero además,
tras ver la realidad que asolaba en las zonas rurales, realizaron una labor de
alfabetización muy importante: consiguieron que los niños aprendieran a leer.
Modesta,
tiene 90 años, y a los 7 comenzó a trabajar. A pesar de los escollos de la edad, sigue recordando a la Señora Patrocinio. Una mujer, que guiada por un movimiento cultural, llegó a una pequeña
aldea, donde reunía tras una jornada de trabajo a niños, y no tan niños, y con
la luz del candil: enseñaba a leer y
escribir. Ser de un pueblo pequeño, en un ámbito geográfico con difícil acceso
y a más de 100
Kilómetros de la ciudad, implica que las cosas lleguen
tarde: pero llegan.